Cansado de que su esposa monopolizara el televisor de la casa para ver teleseries rosas, el keniano especializado en el reciclaje de ordenadores Norman Mutunga ha utilizado varios de ellos ya viejos para hacerse su propio televisor, que funciona con pilas o con energía solar. La calidad de imagen es muy buena y el precio resulta imbatible: unos 55 euros, la mitad que una pantalla nueva en un país donde dos tercios de la población vive con menos de un dólar al día. Además, al televisor reciclado pueden conectársele un lector de DVD o una videoconsola.
Mutunga se lanzaba a este proyecto en el 2006, con la ONG Ordenadores para las Escuelas en Kenia (CFSK), que reutiliza computadoras viejas desde 2002 y para la que reciclar los desechos electrónicos es una absoluta prioridad.
Según la ONU, el mundo produce cada año de 20 a 50 millones de toneladas de basura electrónica, que puede contener mercurio o plomo, metales muy contaminantes. Parte de esos desechos llegan a África en forma de donaciones. "Recuperamos lo que el resto del mundo ya no usa", dice Fred Okono, número dos de CFSK, señalando a los montones de discos duros desmantelados en su taller, cerca de Nairobi, mientras Mutunga pone un ejemplo: "Los países nos envían impresoras con el pretexto de ayudarnos, pero, en realidad, nos envía lo que ya no quiere".
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