jueves, 8 de julio de 2010

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Robots autoconfigurables, una realidad para el 2009

Los robots autoconfigurables, capaces de cambiar y adaptar su forma a escenarios diferentes y decidir qué hacer de forma autónoma ante un determinado obstáculo, podrían ser una realidad en un plazo de unos dos o tres años, según ha explicado el científico japonés Wei-Min Shen.
Shen, investigador de la University of Southern California (Estados Unidos) y uno de los principales expertos en robótica e inteligencia artificial, trabaja desde hace ocho años en el desarrollo de una máquina que sea capaz de actuar "por iniciativa propia", de cambiar de topología por sí misma y de reaccionar, como los seres vivos, ante nuevos desafíos.
Las aplicaciones, asegura Shen, serían infinitas pues estos robots inteligentes podrían utilizarse en tareas de rescate, llevando agua o alimentos a lugares inaccesibles; en el campo de batalla; en la investigación submarina, en la exploración de planetas y, en general, en situaciones peligrosas para el hombre.
Por el momento, el equipo de investigación de Shen ha desarrollado, en el marco del proyecto Superbot, financiado por la NASA, unos módulos autónomos, con forma cúbica, que, conectados de forma lineal, son capaces de adoptar distintos movimientos, a modo de serpiente, araña u oruga, entre otros. Ahora, el principal reto es conseguir que estos módulos, cada uno de los cuales contiene un ordenador, memoria, batería, motor, un dispositivo de comunicación y una amplia variedad de sensores, se acoplen por sí solos, sin la mano del hombre, y recorran grandes distancias o suban pendientes de hasta 60 grados de inclinación.
Esto, como "futuro más próximo", pues "el paso siguiente al siguiente paso" será lograr que el robot decida, ante una determinada situación, qué forma adoptar y reconfigurarse por sí sólo cuando sea preciso superar un obstáculo. Así, los módulos podrían unirse linealmente y formar una especie de serpiente para recorrer superficies lisas, mientras que, de manera autónoma, podría deshacerse para ensamblarse de nuevo a modo de araña, lo que le permitiría ascender por terreno desigual o montañoso. "Consideramos estos módulos como si fueran células biológicas. Por ellos solos tienen una función, pero juntos van adoptando diferentes formas y funciones. Cuando se separan, vuelven a ser como células madre. Es fascinante, separados parece que tengan vida", sostiene Wei-Min Shen.
Hasta ahora, el equipo de este científico japonés, formado por una decena de jóvenes investigadores, ha construido un total de veinte de estos módulos, cuyo coste es aún muy elevado, debido a la complejidad del sistema y al alto precio de los componentes, que es de unos 5.000 euros en el caso del material electrónico y de unos 10.000 el mecánico. El objetivo de los investigadores es fabricar estas piezas "en serie" con el fin de abaratar costes. De hecho, según ha indicado Shen, una compañía de juguetes se ha puesto en contacto con el científico "para saber si se podría hacer cada módulo por menos de cinco euros". "Sería un magnífico juguete para los niños. Los módulos se podrían comprar por piezas y los más pequeños podrían armar su propio robot, dependiendo de las piezas que tengan", ha explicado el investigador.

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